Genética Básica
Nuestros cuerpos están formados por miles de millones de células que sirven como componentes vivos de nuestro cuerpo. Las células se encuentran en todo nuestro cuerpo, incluyendo músculos, cerebro, piel, sangre, huesos y órganos. Se puede considerar a las células como diminutas fábricas que contienen muchos elementos que ayudan a nuestro cuerpo a crecer y funcionar correctamente. Una parte muy importante de una célula se conoce como núcleo. Dentro del núcleo encontramos los cromosomas y genes de nuestro cuerpo.
Los cromosomas son los paquetes que contienen los genes individuales involucrados en el crecimiento y desarrollo humano. Los genes son las instrucciones de nuestro cuerpo, que dan forma a nuestra apariencia y a cómo funciona nuestro cuerpo. Los seres humanos normalmente tienen 46 cromosomas en cada célula, que pueden organizarse en 23 pares. Los primeros 22 pares de cromosomas reciben números para identificarlos y se denominan “autosomas”. El último par de cromosomas se denomina “cromosomas sexuales”. Esos cromosomas determinan nuestro sexo biológico. Hay dos tipos de cromosomas sexuales denominados “X” o “Y”. Las mujeres biológicas normalmente tienen dos cromosomas X (XX) y los hombres biológicos tienen un cromosoma X y un cromosoma Y (XY).
La mayoría de las células humanas contienen 46 cromosomas, a excepción de los “gametos” (también conocidos como óvulo y espermatozoide) que contendrán un cromosoma de cada par o la mitad de la información genética total.
Cuando se forman los gametos (óvulos o espermatozoides), cada uno normalmente recibe una copia de los cromosomas sexuales. Una mujer solo puede dar uno de sus dos cromosomas X, mientras que un hombre puede dar un cromosoma X o un cromosoma Y. Si un óvulo que contiene un cromosoma X es fertilizado por un espermatozoide que contiene un cromosoma X, el bebé será biológicamente femenino. Si un óvulo que contiene un cromosoma X es fertilizado por un espermatozoide que contiene un cromosoma Y, el bebé será biológicamente varón.
Los genes son las instrucciones de nuestros cuerpos. Los genes están compuestos de ADN e indican cómo se verá nuestro cuerpo y/o cómo funcionará. Normalmente tenemos dos copias de cada gen, excepto de los que se encuentran en los cromosomas sexuales (“X” y “Y”). Los cambios en la codificación de un gen o en cómo puede “estar escrito” pueden afectar la forma en que funciona ese gen y pueden afectar el crecimiento y desarrollo. En el pasado, nos referíamos a esos cambios como “mutaciones”.
A lo largo de los años, nuestra comprensión de la genética nos ha permitido comprender mejor cómo las diferencias en la codificación de un gen pueden o no afectar nuestro crecimiento y desarrollo. En primer lugar, el uso de la palabra “mutación” ya no se considera aceptable y ha sido reemplazada por "variante”. En 2015, el American College of Medical Genetics and Genomics desarrolló un sistema de clasificación para definir lo que significaban esos cambios.
Es importante comprender qué significa una “variante” y cómo se puede definir, ya que los resultados genéticos actualmente se informan utilizando esa terminología. Existen cinco tipos de variantes que se definen a continuación:
- Variante patogénica: Esto significa que es probable que el cambio dentro del gen sea la causa de la afección en el paciente.
- Variante patogénica probable: Esto significa que se sugiere que el cambio dentro del gen causa un trastorno, pero que no es seguro dado que no hay suficiente información publicada sobre la variante.
- Variante de significado desconocido (VUS): Esto significa que hay poca o ninguna información disponible que diga que esta variante causa trastornos o es completamente benigna (inofensiva).
- Variante benigna probable: Esto significa que hay más información que sugiere que la variante en este gen probablemente sea benigna (inofensiva), pero no suficiente información como para confiar en ella.
- Variante benigna: Esto significa que el cambio dentro del gen no causa ningún trastorno y no se considera la causa de la afección en el individuo.
NOTA RÁPIDA: Los trastornos hemorrágicos hereditarios como la hemofilia, la enfermedad de Von Willebrand y ciertos trastornos plaquetarios están presentes desde el nacimiento, determinados por los genes contenidos en los cromosomas y transmitidos en los gametos del óvulo de nuestra madre y el espermatozoide de nuestro padre. Normalmente tenemos 46 cromosomas que se pueden organizar en 23 pares. Los primeros 22 pares se conocen como autosomas y el par final determina nuestro sexo biológico y se conoce como cromosomas sexuales.
Los cromosomas contienen genes, que son el modelo o instrucción de nuestro cuerpo. Los cambios en la codificación de los genes ya no se denominan mutaciones sino “variantes”, que se definen en función de cómo creemos que la variante afectará la función de un gen determinado.
Modos de herencia se refiere a cómo se transmiten los genes y pueden contribuir a afecciones hereditarias, como las afecciones hemorrágicas hereditarias. Tal como se indicó anteriormente, normalmente tenemos dos copias de cada uno de nuestros genes. Es muy importante recordar que no podemos controlar los genes que damos o recibimos.
Normalmente, existen cuatro modos de herencia: autosómica dominante, autosómica recesiva, ligada al cromosoma X y mitocondrial. Estas se describen a continuación:
- Afecciones autosómicas dominantes: Una afección genética que resulta cuando una sola copia de la variante patogénica se hereda de una madre o un padre. Tener una sola copia de esa variante es suficiente para provocar un trastorno congénito. Un hijo de una persona que tiene una afección autosómica dominante tiene un 50% de posibilidades de verse afectado por esa afección. Un ejemplo de una afección autosómica dominante es la enfermedad de Von Willebrand tipo 1.
- Afecciones autosómicas recesivas: Afección genética que resulta cuando se heredan dos copias de una variante patogénica tanto de la madre como del padre al momento de la fertilización. Ambos genes heredados deben tener una variante patogénica, que altere la función de manera suficientemente significativa como para provocar la afección. Cuando esto sucede, la madre y el padre por lo general son portadores no afectados de la afección o pueden estar afectados ellos mismos. Un ejemplo de una afección autosómica recesiva es la fibrosis quística o anemia falciforme.
- Afecciones ligadas al sexo: Principalmente afectan genes transportados en el cromosoma X. Esas afecciones por lo general aquejan solo a los hombres biológicos, ya que tienen un solo cromosoma X y un solo cromosoma Y, mientras que las mujeres biológicas tienen dos cromosomas “X”. Las mujeres biológicas que son portadoras de una afección ligada al sexo pueden ser sintomáticas, a través de un proceso llamado lionización sesgada.
- Mitocondrial: Menos conocido pero conviene mencionarlo, este modo de herencia resulta de variantes patogénicas que se transmiten en los genes de las mitocondrias. Las mitocondrias son las productoras de energía de las células y también se heredan por vía materna en el óvulo.
NOTA: En general, hay cuatro formas en que se heredan las afecciones genéticas y nos referimos a estos mecanismos como modos de herencia. Incluyen condiciones autosómicas dominantes, autosómicas recesivas, ligadas al sexo y herencia mitocondrial. En algunas afecciones ligadas al sexo, los hombres biológicos pueden no ser los únicos individuos afectados por la afección. Las mujeres biológicas portadoras pueden presentar síntomas leves o verse afectadas de manera diferente en comparación con los hombres biológicos. En raras ocasiones, las mujeres pueden verse afectadas de forma moderada o grave. Nuestra comprensión de los genes, los patrones de herencia y la modificación de los genes puede influir en lo que sabemos sobre la gravedad de la afectación de un individuo y nuestro conocimiento está evolucionando. Los genes que las personas transmiten o reciben en el óvulo o espermatozoide son aleatorios y no tenemos control sobre lo que se da o lo que se recibe.